El concejal sanlorenzano Hugo Lezcano, actual encargado del bar «La Pachanga», se defendió de las acusaciones vertidas en contra del local luego de la denuncia por supuesta aglomeración de personas. El mismo sostuvo que allí cumplen con todos los protocolos sanitarios y desmintió que existen irregularidades.

En entrevista con ABC Cardinal, el concejal de San Lorenzo, Hugo Lezcano, confirmó que el negocio es propiedad de su cuñado, quien es futbolista y había sido transferido a un equipo de Uruguay hace varios meses atrás.
A consecuencia de este viaje, el bar quedó a cargo del edil sanlorenzano, quien tuvo que encargarse de todo lo concerniente a la administración y el manejo del mismo.
En relación a las denuncias realizadas vía redes sociales, sostuvo que allí cumplen con todos los protocolos sanitarios establecidos en el marco de la pandemia, incluyendo el lavado de manos y control de temperatura, así como el distanciamiento de las meses.
“Una cosa es lo que se proyecta desde enfrente con la oscuridad y lo que eso parece y otra cosa es lo que es desde adentro”, refirió en relación a la supuesta aglomeración que se produjo allí dentro y que fue filmado por distintos usuarios.
Lezcano confirmó que allí también se maneja el ingreso de personas por reservación previa, anotando todos los datos personales, tal y como establece el protocolo para locales gastronómicos.
Igualmente, señaló que a las 23:00 horas de ayer ya se cerró el ingreso al local porque ya se habían ocupado todas las mesas disponibles.
“Es la primera vez que tenemos un poco de gente porque estamos tratando de subsistir, reinventándonos con otros productos, eso para no cerrar”, acotó.
El local tiene capacidad para 300 personas sentadas, pero con el protocolo actual eso se redujo a 100, confirmó el encargado de “La Pachanga”. En el caso puntual de ayer, en total ingresaron 135 clientes desde las 17:00 cuando abrieron sus puertas hasta el horario de cierre, contando tanto a los que entraron y salieron.
Respecto al caso de los clientes que fueron filmados mientras bailaban, explicó que esa situación se dio solo en ciertos momentos y que, al notar lo que ocurría, se acercaban a pedirles que vuelvan a ocupar sus asientos, pedido que finalmente llegó a ser acatado.
“Estamos preocupados por la situación, por el manoseo. Escuchar una campana muchas veces duele. Somos los más preocupados porque esto se esclarezca”, puntualizó.